Justicia para Natalia Gaitán
La madrugada del 7 de marzo se tiñó de luto cuando Natalia Gaitán de 27 años, moría luego de recibir una perdigonada que le disparó el padrastro de su novia, "la mató como a un perro", unl asesinato lesbofóbico, caracterizado por la alevosía con la que el agresor disparó desde una corta distancia hacia la víctima, quien tenía desde hacía un año una relación amorosa con la hija de su mujer.
Natalia y su novia, habían comenzado a convivir, y esa situación no fue tolerada por el padrastro de su novia.
En el barrio Parque Liceo, de la ciudad de Córdoba tras una fuerte discusión con la mamá de la joven, el padrastro de su novia, entró en la casa, buscó el arma, y cuando salió al patio le disparó desde una muy corta distancia en el hombro izquierdo, asi gravemente herida fue encontrada por su madre (alertada por los vecinos del hecho) y con mucha pérdida de sangre fue trasladada al hospital más cercano, donde algunas horas más tarde falleció.
Graciela Vázquez no deja de señalar cada detalle que hace de la muerte de su hija un crimen simbólico: Natalia era lesbiana, pobre, y además buena gente, solidaria. Había sufrido la discriminación que la sociedad suele imponer a quienes no sienten ni desean como las normas lo permiten. Por eso no quiere sólo llorar su muerte o aguardar a que la justicia condene al asesino, Daniel Torres, el padrastro de la novia de su hija al que solamente le dieron 14 años de prision, el 8 de agosto de 2011.
Quiere y queremos que este crimen sea considerado por la justicia como un crimen por discriminación de género, para que se visibilice en nuestro sistema judicial lo que su hija sufrió en vida e incluso luego de fallecer.
Cuando se hizo la autopsia para determinar la verdadera causa de la muerte, y detectar si antes del deceso Natalia había estado afectada por alguna droga, alcohol, o si alguna otra causa había provocado su muerte más allá del impacto de la escopeta con que Torres la fusiló, intentando justificar la injustificable.
Graciela habla como militante social, pero también como madre que supo acompañar a su hija, que supo darle contención cuando lo necesitó, cuando intentó suicidarse y la mandaron a un psiquiatra: "Natalia tuvo el acompañamiento de sus padres, mientras vivió mi marido, y luego el mío cuando quedé viuda". Su deseo es que los padres de chicos y chicas lesbianas y homosexuales comprendan a sus hijos, los acompañen, porque sabe que la sociedad los discrimina.
Natalia, o Pepa, como la conocían en el barrio, era muy querida y respetada por ser tan solidaria. Incluso el mismo agresor, cuando necesitó trabajar recibió la ayuda de Graciela, quien tiene un comedor comunitario en el barrio, y fue allí donde se conocieron Natalia y su pareja.
El crimen de Natalia no sólo movilizó a las agrupaciones de la diversidad de la ciudad de Córdoba. También a nivel nacional desde distintas agrupaciones de lesbianas se han hecho eco y se inició una recolección de firmas para pedir por justicia y para visibilizar lo sufrido por Natalia, un ejemplo más de las discriminaciones de las que las lesbianas pobres y marginadas son objeto en nuestro país.
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vergüenza!
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