miércoles, 29 de agosto de 2012

Creyeron que era gay y lo mataron a piedrazos


El 24 de junio 2012, alrededor de las 4:30hs de la mañana, José Leandro y José Leonardo, hermanos gemelos de 22 años, caminaban juntos por la calle, abrazados, volviendo de una fiesta junina —celebración tradicional que se realiza en distintos lugares del mundo y es muy importante en Brasil, principalmente en la región nordeste— en Camaçari, en el estado de Bahía. 
Ocho jóvenes que viajaban en un pequeño micro los vieron y pensaron que se trataba de una pareja gay. Rápidamente bajaron y comenzaron a insultarlos, patearlos, golpearlos, atacarlos con cuchillos y arrojarles piedras. “¡Mujercitas!”, les gritaban. A José Leandro, que terminó internado en el Hospital General de Camaçari, le fracturaron la mandibula en tres pedazos y le dejaron el ojo izquierdo casi perforado. Mientras que su hermano consiguió sacarle el cuchillo a uno de los agresores, pero lo golpearon con una baldoza, cayó al suelo y ahí comenzaron a darle con la misma baldoza una y otra vez en la cabeza, hasta quitarle la vida.

Avisada por un testigo, la policía llegó al lugar y arrestó a tres de los agresores, que quedaron detenidos y serán juzgados por el crimen. Otros cuatro miembros del grupo también fueron detenidos pero acabaron recuperando la libertad. y uno está prófugo. 
“Yo pregunté por qué nos estaban agrediendo y me respondieron que éramos dos ‘mujercitas’. La homofobia está surgiendo en todos lados, un hombre no puede salir abrazado a otro hombre, un padre no puede abrazar a su hijo. Quiero que la justicia llegue hasta el final. Mi hermano era mi alma gemela, trabajábamos juntos, salíamos juntos, nos divertíamos mucho. Fue una pérdida muy grande y es un dolor que nunca voy a superar”, dijo José Leandro
No se trata de un caso aislado. Este tipo de crímenes ocurre todo el tiempo en Brasil, pero este caso tuvo una gran repercusión —¡qué ironía!— porque José Leandro y José Leonardo no eran una pareja gay. Sus asesinos se confundieron. Los chicos eran hermanos gemelos y su abrazo era apenas fraternal. La novia de José Leonardo, que ya fue sepultado, está embarazada de tres meses. Y no es el primer caso en el que esto sucede: en julio del año pasado, en San Pablo, un padre y su hijo, que también estaban abrazados, fueron brutalmente atacados por un grupo de jóvenes que también creyeron que se trataba de una pareja gay. Padre e hijo terminaron en el hospital.

La Secretaría de Derechos Humanos de Brasil divulgó recientemente un informe que contabiliza 278 asesinatos homofóbicos en todo el país durante 2011. Según el Grupo Gay de Bahía, que viene elaborando un informe anual desde la década del ’70, al menos una persona gay, lesbiana, bisexual o trans es asesinada en ese estado cada tres días. Pero ambas estadísticas son precarias, incompletas, ya que se basan apenas en denuncias realizadas telefónicamente y en noticias publicadas en los diarios, ya que no existe un registro oficial que permita contabilizar los crímenes homofóbicos a partir de los casos en los que toma intervención la policía. En Río de Janeiro, el gobierno provincial decidió implementar un sistema estadístico oficial, por el que la policía debe completar en el informe de cada caso (asesinatos, agresiones, etc.) un casillero en el que se deja constancia si de la investigación surge que la motivación del crimen fue homofóbica. Pero el sistema es reciente, por lo que no se cuenta aún con una serie estadística, y enfrenta un serio problema: en muchos casos, las familias piden a la policía —por miedo o por vergüenza— que no complete ese casillero.
El fundador del Grupo Gay de Bahía, Luiz Mott, asegura que la violencia letal anti homosexual en ese estado ya alcanzó el límite máximo de lo insoportable. “Si el gobierno no realiza acciones radicales de control de la homofobia, vamos a hacer una denuncia internacional ante la OEA contra el Estado. La comunidad homosexual está en pánico y no soporta más el clima de inseguridad”. Todo esto sucede mientras la presidenta Dilma Rousseff, canceló el programa de educación y prevención del buyilling homofóbico en las escuelas porque, según dijo, era “propaganda de la homosexualidad”  y desarticuló todas las políticas públicas para la comunidad LGBT iniciadas durante el gobierno de Lula.

João Campos
Cuatro días después del ataque que costó la muerte de José Leonardo da Silva, el 28 de junio, ¡día mundial del orgullo LGBT!, la Cámara de Diputados de Brasil realizó una insólita audiencia pública para debatir el proyecto de un diputado y pastor evangélico, João Campos, que quiere anular por decreto legislativo una resolución del Consejo Federal de Psicología que prohíbe a los psicólogos “tratar” la homosexualidad como si fuera una enfermedad. Según el diputado y su interbloque fundamentalista, los gays son enfermos y el Congreso debe permitir a los psicólogos que los “curen”.
Ese mismo día, el cuerpo del joven gay Lucas Ribeiro Pimentel, de 15 años, fue encontrado en el río Paraíba do Sul, Río de Janeiro. Lo mataron a palazos, le introdujeron un palo en el ano, le perforaron los dos ojos y lo arrojaron al río. Todo eso mientras los diputados discutían cómo “curar” la homosexualidad.
Faltan poquitos pasos para llegar a Irán.

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